Las Yeguas del Apocalipsis: Pedro Lemebel y Francisco Casas
La documentación disponible en este sitio web, recolectada en una investigación iniciada el año 2010, nos permite afirmar que Pedro Mardones Lemebel (1952-2015) y Francisco Casas Silva (1959) conformaron el colectivo Yeguas del Apocalipsis el año 1987, en Santiago de Chile, aún bajo la dictadura de Augusto Pinochet. A partir de entonces activaron una serie de intervenciones y posicionamientos artístico-políticos, en distintas ciudades del país, hasta el año 1993 en el contexto de la “transición democrática” chilena. En la segunda mitad de la década de los noventa, Casas y Lemebel volvieron a reunirse puntualmente para realizar algunas acciones en eventos fuera de Chile, que marcaron la temprana y fragmentaria internacionalización de su producción conjunta.
La biografía de las Yeguas del Apocalipsis que este archivo presenta considera las acciones artísticas, pero también las múltiples alianzas político-intelectuales que Lemebel y Casas establecieron a lo largo de su trayectoria, ya que su práctica artística no se puede desligar de la coyuntura política y social en que tuvo lugar. Las acciones de arte que aquí presentamos son aquellas que dejaron huella documental, pero que no cubren la totalidad de las apariciones de las Yeguas del Apocalipsis (muchas de ellas realizadas espontáneamente y sin previa invitación). La intensificación del cuerpo presente, dotaba las intervenciones de Lemebel y Casas de un carácter de acontecimiento, lo que permite identificar su producción con las claves de la performance. Sin embargo, decir performance significaba una toma de posición,especialmente entre productores que, desde América Latina, buscaban crear conceptos propios cuestionando los centros internacionales del arte. Las Yeguas del Apocalipsis tuvieron una postura crítica frente al sistema artístico y desconfiaban de sus rótulos y modelos de validación, de modo que entraban y salían tácticamente de la categoría performance. De hecho, no se inscribieron en el relato de ninguna tradición artística o literaria, como tampoco se afiliaron a alguna corriente de aquella época. Consecuentemente, su práctica se fue desplazando fuera de las instituciones del arte, privilegiando lugares alternativos y el espacio público de la ciudad.
En cuanto a las alianzas que establecieron las Yeguas del Apocalipsis con distintos agentes del campo político e intelectual, nos parece fundamental visibilizar la trama de complicidades, posicionamientos y debates en que se involucraron Lemebel y Casas como actores culturales, históricos y políticos. Este aspecto permite descentrar la trayectoria del colectivo en términos de exclusiva autoría artística. Consideramos que la producción de las Yeguas del Apocalipsis desborda el gesto artístico y se infiltra en una trama más amplia de afinidades y colaboraciones. Como da cuenta la documentación reunida en el presente archivo, desde su conformación, las intervenciones de las Yeguas del Apocalipsis pueden ser inscritas tanto en el campo cultural no oficial, como en el campo político de oposición a la dictadura y que rechazó el pacto que selló la “transición democrática”.
En el ámbito de las artes visuales, las Yeguas del Apocalipsis establecieron una filiación desacralizante respecto a la impronta conceptual de las prácticas y discursos de la “Escena de Avanzada” (conjunto de artistas chilenos agrupados bajo esta noción por la teórica Nelly Richard durante los años ochenta). En el ámbito literario, se vincularon a la nueva generación de escritores y poetas de mediados de los ochenta donde es posible señalar nombres como Malú Urriola, Sergio Parra, Carmen Berenguer, Tatyana Cumsille y Nadia Prado, entre otros. También, realizaron intervenciones en la escena de la subcultura punk chilena, que se movía en espacios alternativos de producción y circulación donde confluyeron bandas musicales, poetas, pintores, fotógrafos y videastas.
Al mismo tiempo, el trabajo del colectivo acompañó y solidarizó con las agrupaciones por los derechos humanos, las agitaciones civiles y los movimientos de resistencia que se opusieron a la dictadura militar. Francisco Casas y Pedro Lemebel fueron también actores e interlocutores críticos del naciente movimiento homosexual chileno, estableciendo diálogos y alianzas con agrupaciones como el colectivo lesbo-feminista Ayuquelén y el Movimiento de Liberación Homosexual (MOVILH). A su vez, Casas y Lemebel propusieron una postura disidente frente a las fórmulas orgánicas de la “militancia homosexual”, aquella centrada en la exclusiva demanda de derechos y reconocimiento por parte del Estado, promoviendo más bien un discurso que apelaba a un cruce entre políticas de izquierda y políticas del deseo, entre la denuncia de la violencia dictatorial y la crisis del VIH-sida.
Las Yeguas del Apocalipsis construyeron una gramática del desacato que resultó socialmente provocadora e intimidante, pues tenía el poder de alternar la denuncia y la visibilización de las relaciones de poder, con la parodia y el humor disolvente de la pose. Combinaron acciones planificadas que apelaban a una retórica sacrificial, con intervenciones esporádicas que dejaban espacio a la contingencia del azar y el gesto anti-solemne. Lemebel y Casas pusieron en juego una política de selección de los espacios y fechas de muchas de sus intervenciones según su valor simbólico y según la contingencia nacional. Pero al mismo tiempo, como dejan ver los testimonios recogidos en el archivo, muchas de sus intervenciones quedaron sin registro, fuera de la cronología, apenas retenidas en la oralidad del mito urbano.
Como intentamos mostrar a partir de la documentación reunida en el archivo, las intervenciones de las Yeguas del Apocalipsis se enmarcan en intersecciones álgidas e incómodas dentro del paisaje cultural y político de los últimos años del siglo XX, constituyendo un precedente fundamental para pensar las relaciones entre arte, política y sexualidad desde América Latina.